Clara no es luz.

Depresión por sus cuatro costados. Histeria absorbente. Solo ella llora y ríe a la vez. Anémica. Anémica por culpa de Fer; por haber grabado sus nombres en barras de hierro.
Insomnio, y se levanta. En su habitación no hay persianas. Solo posters que recubren su odio de admiración hacia él. Y Fer en todos los posibles suspiros que pudiese dar en cada segundo. Nada de sol. Clara no es luz, solo algo boreal y mágica (y oscura) cuando se guarda las ganas de llorar y volverse demente en sus cartucheras, pero es delgada. El baho de los azulejos del baño es su vapor de agua transformado en efímeros orgasmos de terror frío, congelado.
Ella sólo grita. Transversal y directamente, sus gemidos recorren las paredes del edificio hasta desgañitar a aullidos a los gatos del ático. Ellos también la odian, todos la odian.